Se dice que si sumamos el peso de todas las arañas que habitan el planeta Tierra, este supera la suma del peso de todos los seres humanos. O que no hay rincón en nuestro planeta donde podamos alejarnos de ellas varios metros. Nos despiertan un miedo que a veces es tratado de irracional, pero que en realidad se trata de un miedo ancestral. Nos conocemos muy bien, desde un tiempo tan lejano que aún dormíamos en lo alto de los árboles, y ya entonces nos picaban, como siguen haciendo. Quizá esa larga relación hace que sigamos sintiendo tanta fascinación pero estos pequeños seres, que aún teniendo aspecto frágil nos hace recelar. Y no soy una excepción, por eso disparé esta serie con un teleobjetivo que me obligaba a alejarme unos dos o tres metros de la Agave Attenuata donde habitaban estas arañas, una planta de la que siento especial predilección por su arquitectura.